¿Es justo todo lo que sufrimos? La estupidez, la llanura,
el dolor hace de este mundo digno de ser tirado a la basura, de tacharlo
de generalidades, contaminarlo, llorar, enfadarse, patalear, suicidarse, matar.
Desvanecerse, desintegrarse, volar con el viento. Y ya está.
Admiro a esos ermitaños que recelosos de lo que acontece por
sus alrededores se escapan, en un viaje a quién sabe dónde, se abandonan a sí
mismos, escapan de su acogedora coraza como un soplo plateado y se inventan
lugares nuevos, donde la perfección es una cualidad más poco ostentosa, las
criaturas más caprichosas lo habitan y los lugares por explorar son infinitos.
Admiro a aquellos que se aventuran a buscar la felicidad en
los lugares más recónditos y poco probables de encontrar, entre lo vulgar y
sencillo, los que nadan por mantenerse a flote a pesar de la tormenta que
arrecia fuera. Los que, entre su paleta de colores oscuros se las ingenian para
pintar un cuadro de colores llamativos.
Admiro a los que han nacido con un alma inquieta, tanto que
no son capaces de callarse cualquier maldad que presencian, que luchan por el
bien de sus similares y no tan similares antes que por el suyo propio poniéndolo en peligro la gran mayoría de las veces, pero que a la par enmudecen
para escuchar cualquier argumento de posible mejora.
Admiro contemplar la evolución de aquellos que, anteriormente
sumidos en la negrura, ya no lo están, y gracias a aquella experiencia, se han
labrado un brillante escudo de conocimientos y se esfuerzan por hacérselo
conocer a los que viven con él.
Admiro a los que consiguen, rodeados entre tanta miseria y
barbarie y tras la espalda de sus compatriotas, salir adelante con la cabeza
bien elevada, con una sonrisa pintada verdadera en el rostro, que disfrazan el
complot y lo pintan con colores bellos para que los demonios negros no se
instalen en los corazones de los más inocentes. Que hacen crecer bosques
tropicales en los terrenos donde otros veían baldíos. Como las hojas secas que
el viento arranca y posa en el suelo hasta que un nuevo soplo azaroso las
levanta en el cómodo vuelo, así son ellos, pacientes, estáticos, leales.
Admiro aquellos, que tras problemas internos entre dos polos que se repelen saben mantenerse en la neutralidad y consiguen no corromperse y agarrarse a ellos mismos en el sendero de la vida, a aquellos que juegan todas
sus cartas por la sinceridad casada con la humildad, aquellos que saben
identificar un gesto verdadero entre la marea inmensa de trampantojos.
Aquellos que lleváis la felicidad y la justicia como
bandera, me faltáis muchos por enumerar. Y si me pusiera a hacerlo sería
incapaz de finalizarlo. No sois un hombre fornido con capa y tupé, debido a que
esa imagen no existe. Sois los héroes dotados del poder más importante en esta
vida: la perseverancia.
“If you
wanna make the world a better change, take a look at yourself and make a change”