miércoles, 29 de enero de 2014

Por si os aburrís

Buenas tardes-noches.
Realmente publico una entrada porque si no publico nada me siento rara sin escribir un solo día.
Bueno, realmente lo que voy a escribir hoy, es sólo una técnica que me pareció muy curiosa cuando me la enseñaron. Realmente no es que tenga mucho sentido y no tiene nada de divertido, pero bueno. Realmente hicimos esto en clase de francés, y la verdad es que fue bastante "curioso" hacerlo.
Es una forma de escritura aleatoria por decirlo así. Primero seleccionas una frase, la que tú quieras, y luego palabra por palabra vas buscando su definición correspondiente y todas las definiciones las enlazas. 
Como podéis ver, es un tanto pesado y bastante aburrido xD Pero me apetecía publicarlo, no sé. Soy rara, lo sé. A ver, pensemos en una frase: 

"La camiseta de gatos de mi amiga es muy bonita" 

(No tengo ninguna amiga que tenga una camiseta de gatos, pero bueno xDD)

Con los artículos y los pronombres no hay que buscar su definición, simplemente dejarlo tal y como está.

Camiseta: Camisa ancha con mangas largas.

Gato: Mamífero carnívoro de la familia de los Félidos, digitígrado, doméstico, de unos cinco decímetros de largo desde la cabeza hasta el arranque de la cola, que por sí sola mide dos decímetros aproximadamente. Tiene cabeza redonda, lengua muy áspera, patas cortas y pelaje espeso, suave, de color blanco, gris, pardo, rojizo o negro. Es muy útil en las casas como cazador de ratones.

Amiga: Que tiene amistad.

Bonito: Lindo, agraciado de cierta proporción y belleza.

Y ahora pues, vamos a enlazar la frase:

 "La camisa ancha con mangas largas de mamíferos carnívoros de la familia de los Félidos de la persona que tiene amistad conmigo es muy lindo, agraciado de cierta proporción y belleza."

Pues ya veis, de las definiciones cojo lo que realmente me interesa, para qué coger más rollo. 
Y eso, que no tiene nada en especial, pero bueno xDD




miércoles, 15 de enero de 2014

¡GRACIAS!


HOLAAAAAAA, simplemente era para decir que mi blog ya tiene más de 200 visitas y para daros las gracias por haberlo visitado ^^
Muchísimas gracias, lectores y lectoras del mundo que me leen. Espero que os vayan gustando las cosas que voy subiendo :)
Bueno, me voy, que tengáis una buena semana o más bien lo que queda de ella.

martes, 14 de enero de 2014

Crazy

Tell me what's wrong with society 
When everywhere I look I see 
Young girls dying to be on TV 
They wont stop 'til they've reached their dreams 

Diet pills, surgery 
Photoshop pictures in magazines 
Telling them how they should be 
It doesn't make sense to me 

Is everybody going crazy? 
Is anybody gonna save me? 
Can anybody tell me what's going on? 
Tell me what's going on 
If you open your eyes 
You'll see that something is wrong 

I guess things are not how they used to be 
There's no more normal families 
Parents act like enemies 
Making kids feel like it's world war III 

No one cares, no one's there 
I guess we're all just too damn busy 
Money's our first priority 
It doesn't make sense to me 

Is everybody going crazy? 
Is anybody gonna save me? 
Can anybody tell me what's going on? 
Tell me what's going on 
If you open your eyes 
You'll see that something is wrong 

is everybody going crazy? 
is everybody going crazy? 

Tell me what's wrong with society 
When everywhere I look I see 
Rich *guys* driving big SUV's 
While kids are starving in the streets 
No one cares 
No one likes to share 
I guess life's unfair 

Is everybody going crazy? 
Is anybody gonna save me? 
Can anybody tell me what's going on 
Tell me what's going on 
If you open your eyes 
You'll see that something 

something is wrong 
Is everybody going Crazy? 
Can anybody tell me what's going on 
Tell me what's going on 
If you open your eyes 
You'll see that something is wrong

Elegía al balón pinchado

Buenas. Hoy voy a subir una pequeña elegía, que es un texto en el que el tema es lamentarse sobre la pérdida de algo en concreto. Y bueno, pues me hicieron escribir de deberes una elegía a un balón pinchado hace nada más y nada menos que tres años, y no está muy trabajado y seguro que no os gusta, pero como prometí, tengo que subirlo, así que ahí va:

Balón pinchado, en un rincón olvidado. Creías que ese día nunca llegaría, pero es la hora. Balón pinchado, las arañas conocen cada centímetro de tu plástico olvidado. Balón pinchado, con un futuro elegido sin remedio por el destino. Tú eras el fruto de la ilusión ya apagada y rota de cualquier niño. Ya han pasado años, se han olvidado de ti, y entonces, ¿quién es feliz? ¿Qué será lo siguiente? ¿Tirarte? ¿Aplastarte? ¿Lanzarte como un simple desecho inerte? Cuando tú durante mucho tiempo, te mantenías vivo, a base de la alegría que causabas a tus dueños. Pero todo principio tiene su fin.
Y entonces dime, balón pinchado, ¿quién es feliz?

sábado, 11 de enero de 2014

El niño de sonrisa rota

En uno de los miles de viajes que hice a lo largo de mi vida, paré a descansar unos días en el pueblo de mi infancia. Estaba igual que antes. Conversé con todos los locales que encontré y pregunté si había algo relevante dentro del pueblo. Todos me hablaron del niño de la sonrisa rota. El niño de la sonrisa rota es objeto de todas las risas del pueblo. Nunca sonríe. Los demás niños no juegan con él, le consideran un bicho raro por no sonreír y pasarlo bien como los demás. Hoy es su cumpleaños y cumple 11 años. Fui a verle a su casa para felicitarle. Me abrió una mujer de cara arrugada pero con una sonrisa amable y acogedora. El  niño no estaba ahora en casa, pronto volvería, pero aun así me invitó a pasar a tomar té y pastas.
Me estuvo contando que el niño de la sonrisa rota realmente se llamaba Tom. Le pregunté por qué nunca sonreía, y la expresión de la mujer se le cambió de repente. 
Me dijo que bajo su lóbrega y demacrada faz se escondían unos secretos y una vida más oscuros todavía que le corrompían el alma y la sonrisa.
Me comentó con gracia y a la vez nostalgia que antes era el niño más feliz del pueblo. Pero hace dos años, el país se vio azotado por la más devastadora de las guerras. Los soldados se morían cada vez más rápido. Las mujeres lloraban desconsoladamente sobre el cuerpo de sus maridos implorando al cielo su vida. La desesperación se vio en todos los rostros habidos y por haber en el pueblo. Pronto se acabaron todos los soldados adultos. Y tuvieron que salir al frente niños soldados. Entre ellos estaba Tom. 
Dijo que realmente los niños que se habían ofrecido eran sólo seis, pero iban a hacer lo imposible para salvar su pueblo de la devastación inminente. Hicieron lo que pudieron, pero de ellos, el único que sobrevivió fue Tom. Le hallaron inconsciente y manchado y corriendo le llevaron al hospital. 
El otro bando se autodeclaró vencedor y llevó a prisión todos los demás habitantes del devastado pueblo. Entre ellos la madre de Tom. Su padre había muerto en la guerra. Le dijeron a Tom que su madre estaba muerta para que no fuese a buscarla y más tarde, ella misma, la mujer que me estaba relatando esta dura historia lo cogió en adopción. Desde hace dos años, Tom nunca ha vuelto a sonreír de felicidad. No puede superarlo solo. Por eso los niños le llaman el niño de la sonrisa rota.
Sonrío. Realmente esta mujer sabía cuidar bien de Tom, la historia era totalmente verdadera.  Le doy las gracias a la mujer, pero le digo que si le importa que me quede un poco más aquí, a esperar a Tom.
La mujer, como siempre, con una amable sonrisa, me dice que tome asiento, que esa es mi casa.
Me siento en un sofá y miro el reloj. Pasado un tiempo, se abre la puerta. Y entra Tom. No ha cambiado nada. 
Le saludo y él me mira con desconfianza. Me dice hola secamente. Le digo que vayamos a su habitación a hablar. Veo que me mira diferente. Con una mezcla de sorpresa y a la vez desconfianza. Él se sienta y se tumba en su cama mirando a la ventana.
-¿Qué pasa?
-Tom, ¿Te acuerdas de mi?
Él gira la cabeza rápidamente y me observa de arriba a abajo. Me mira con cara de asombro y de incredulidad, sin poder creer tenerme de nuevo delante suya. De sus labios pequeños y finos sale en un hilo de voz la palabra "Mamá". Sonrío y le digo que sí, soy su madre. Él farfulla atropelladamente que su madre está muerta. Pero yo le digo que no. Que su madre estuvo en prisión dos años y que había vuelto para no separarse jamás de él. Que ninguna guerra, nada volverá a separarme de él. 
Él, rápidamente, corre hacia mí y me abraza. Y llora como nunca ha llorado. 
Yo no puedo reprimir las lágrimas, que caen por mis mejillas rápidamente. Cuánto tiempo sin verle. Por fin tenía la certeza que nunca me iba a separar de él.
Y él separó la cabeza de mi regazo y sonrió.
Sonrió.
Ahora ya no sería nunca más el niño de la sonrisa rota. Por fin tengo la certeza de que en el futuro nunca, ninguna barrera infranqueable, ni nada existente me impedirá ver sonreír a ese niño.

El Santo Grial IV


 Todo esto era demasiado para mí. Miré a Josh. Estaba atrapado, y me miraba como despidiéndose de mí. Y miré al Santo Grial, la ambición de millones de arqueólogos de todos los tiempos, y también la mía, y ahora tenía que decidir: ¿Josh o el Santo Grial?c Josh era un idiota y un descarado, y el Santo Grial, mi sueño,  mi trampolín hacia la popularidad…
 De repente un recuerdo me vino a la cabeza.

“Una niña de cabellos negros como la noche y ojos esmeralda estaba en una tienda con su madre en Londres, había sacado muy buenas notas con su profesora en su primer curso de la escuela. La niña miraba con los ojos brillantes a cada una del escaparate. Su madre le dio la libertad total de comprar cualquiera, pero que sólo se podía llevar una, la que más le gustase. La niña miró indecisa a todas la muñecas. Todas le gustaban. Finalmente cogió al azar una muñeca que era un poco rara, pero era la que había salido… Cuando llegó a casa, muy ilusionada, intentó jugar con ella al té, pero era muy pequeña, y no le agradaba. Llorando y muy triste, fue a ver a su madre, y apenada, le dijo que la muñeca que había elegido no le gustaba y que la muñeca no quería beber té con sus otras compañeras de mesa. Su madre le sonrió y la acunó en sus brazos con cariño. “Cariño, ¿Por qué has elegido esta muñeca?”, le dijo. La niña le contó que lo había hecho al azar. “Hija, no vuelvas a elegir tus decisiones al azar, sobre todo las más importantes, porque las consecuencias que esa decisión pueden ser totalmente contradictorias a lo que esperabas. Guíate siempre por tu corazón y por tu conciencia, ya sabes lo que dicen, “el mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón”. La niña miró a su madre y le dio las gracias por decirle sus errores, y a partir de ese día supo que lo que le iba a servir de mucho en un futuro”.

Aquellos recuerdos pasaron por mi mente, desordenados y entrelazados, y paré de llorar. 
¿Cómo podía haber sido tan tonta?

Quedaban sólo siete segundos. Corrí hacia Josh, que me miró perplejo. Le ayudé a desatarle y le saqué en el tiempo justo  que la piedra se caía. Los dos juntos vimos como el Santo Grial estallaba en añicos de piedras preciosas. Josh me preguntó con la mirada: “¿Por qué?”
-¿Crees que te iba a dejar allí, y que te aplastase eso? Demasiado cruel.
Abrió la boca, pero yo me incliné y besé sus labios profundamente. Mostró un poco de sorpresa, pero accedió y se dejó llevar. Cuando me separé de su contacto, me  echó otra mirada preguntona y confusa.
-Necesitaba salvarte.
Él  sonrió y me abrazó. Pero nos separamos rápidamente, la sala se venía abajo.
-Muy bonito la declaración, yo también te quiero, pero no estamos para romances precisamente ahora.
Fuimos por el camino de Cannelle y el Sr. Simpson y vimos un pequeño resquicio de luz. Sonreí para mis adentros. Cannelle y el Sr. Simpson habían salido y supuestamente ahora estarían salvo en algún sitio.Salí y miré al horizonte y vi ¡la estación de Gales! Señalé a Josh hacia la estación y no hizo falta ni una mirada; corrimos hacia la estación. Cuando llegamos, era las doce de la noche, pero parecía todavía abierto. Era como si estuviesen esperando a unos pasajeros o algo por el estilo…
Cuando llegamos fui a la ventanilla a coger los billetes. 
-¿Son ustedes Katherine Lightwood y Joshua Clampton?-preguntóel cajero.
-Si, ¿por qué lo pregunta?-dije.
-Una señorita muy amable llamada Cannelle Deville nos encargó que guardásemos un viaje de última hora hacia Londres pagado ya por ella; además, le han dejado aquí sus respectivos equipajes.
Me quedé muda. Ya que lo había pagado, entré en la oficina y cogí nuestros equipajes.
-Muchas gracias por todo, señores-dije, muy agradecida por todo lo que hacían, pero mucho más estaba con Cannelle, porque no sólo nos había pagado el viaje, sino que también nos había traído el equipaje. Entramos en el tren, y más tarde, cuando llegamos a Londres, me despedí de Josh, y fui a mi oficina, me encontré con Cannelle, y unos bollos de crema en la mesa. Nada más verla, la abracé fuertemente.
-Cannelle, eres la persona más amable del mundo. ¿Cómo te lo puedo agradecer?
-Con nada, mujer.¿Dónde está el Santo Grial?
-Hecho añicos-suspiré largamente.
-¿Perdona?-me miró confusa.
-Es una larga historia…-murmuré, no me apetecía contar todo desde el principio.
-¿Me la contará algún día?-preguntó Cannelle.
-No lo dudes.Por cierto, ¿tú qué tal?
-Es otra historia más larga que la tuya-aseguró ella.
-¿Me la contarás otro día?-rebatí.
-Sí, puede que algún otro día.
Nos partimos de risa.  Sin duda éste iba a ser el comienzo de algo perfecto.

      
                                                                                                                               Epílogo.

La luz de la mañana pasó por nuestra cama de matrimonio. Me desperecé como un gato y  dejé que Josh siguiese durmiendo profundamente. Me vestí rápidamente y desayuné unas pastas con un poco de leche. Fui hacia una librería al lado de nuestra casa, para recoger un encargo que había pedido previamente. Entré y sonó la campanilla que indicaba que había entrado. El dependiente despistado se despertó de su sueño y me miró sorprendido. 
-Hola, ¿qué desea?-preguntó.
-Quería recoger el cuaderno donde se puede guardar documentos. ¿Lo tiene ya?
-Sí, ha llegado esta misma mañana, hace media hora si no me equivoco. Aquí tiene-me lo entregó.
-Muchas gracias. Que tenga un gozoso día, señor.
-Perdone el atrevimiento, señorita, pero, ¿usted es Katherine Lightwood, la que descubrió el Santo Grial?-me preguntó, un poco avergonzado, parecía que tenía miedo a que se hubiese equivocado de persona-fue usted muy valiente.
-Sí, señor, pero hombre, no me alabe, que no he hecho nada importante.
-¿Cómo?-estalló-Usted casi elige la riqueza y mata a un hombre inocente, pero no lo hizo,  y perdone que le contradiga, pero eso no es una cosa que cualquier señorita con su elegancia y belleza como usted. 
Me ruboricé levemente.
-¿Está tratando de ligar conmigo?-le amenacé-Que sepa que estoy casada y no está en  su derecho ligarme así como lo está haciendo.
El librero se rió.
-¿Cómo voy a ligármela si estoy casado yo también con Cannelle?-pegó una risotada.
Abrí los ojos sorprendidos. 
-¿Dick?¿Dick Simpson, el chico que vino con nosotros a la expedición del Santo Grial?-le sonreí.
-El mismo-me sonrió-Cannelle está dentro, organizando algunos libros. Puedes pasar si quieres.
-¿Si quiero?-le dije-¿Cómo que si quiero? Por supuesto que quiero, Cannelle es mi mejor amiga y mi secretaria.
Dick hizo una reverencia y abrió la portezuela educadamente. Entré por los entresijos de aquellas estanterías inmensas. Cannelle estaba apilando una serie de libros polvorientos.
Sorprendida, giró la cabeza hacia mi y al verme se quedó muy sorprendida.
-¡Santo Cielo, Katherine!¿Qué haces aquí?-preguntó Cannelle.
-Podría hacerte la misma pregunta-respondí-¿Qué tal te va?
-Bien, aquí, apilando libros.
-Vale, en serio,¿se puede saber qué demonios haces en una librería?-pregunté.
-Dick tenía antes de conocernos esta librería. Él está muy liado con todo esto, así que cuando yo tengo tiempo suficiente le ayudo un poco-explicó, un tanto cortada.
-Oye Cannelle, me tengo que ir, pero tranquila, ¡volveré!-le grité.
-¡Como no cumplas con tu palabra te voy a traer yo a rastras!-me partí de risa-¡Hasta luego!
Alcé la mano y la moví en forma de despedida. Entré en casa y vi la mirada interrogante de Josh al verme entrar en casa.
-He ido a comprar unas cuantas cosillas a la librería-le expliqué.
-¿Qué son “unas cuantas cosillas”?
-Unas cuantas cosillas, ya verás.
Entré en el estudio y abrí la página primera, en la que puse el título: El Santo Grial. 
La verdad es que esta historia termina muy bien, incluso demasiado bien, pero al menos para mí ha sido una historia que a marcado mi vida y quiero inmortalizarla para que cuando se la lea a mis hijos, y mis hijos a mis nietos, que tengan una idea de cómo fue mi vida, para que curioseen entre ella todo lo que quieran.

“La tarde londinense se tornó lluviosa…”

jueves, 9 de enero de 2014

El Santo Grial III


  Gales, dos años después

      Por fin recibí información por parte del equipo de arqueólogos de que el yacimiento de la cueva de Pontnewydd estaba provisto de andamios de madera que permitían la entrada segura de la cueva. Ilusionada, cogí mis pantalones que siempre usaba para ir más cómoda a las excavaciones y avisé a todos los arqueólogos que pude. Incluso avisé a Josh, con un poco de rencor por lo hace dos años, pero accedió encantado. Estaba segura de que ya de una vez por todas íbamos a encontrar el Santo Grial, y que nos íbamos a llevar la gloria de que con tanta energía y convencimiento hablaba Josh. Nos reunimos ese mismo día a las tres y cuarto de la tarde, donde no nos organizamos en grupos, sino que íbamos a ir todos juntos, ya que como en la zona norte estaba tan protegida, significaba que por allí sin duda se iba al Santo Grial. Entramos con cuidado y atención, por si acaso había alguna de esas trampas. Miré al suelo, y vi la sangre seca de la Srta. Bayliss. Una punzada de intensa culpabilidad afloró en mi mente dominándola por completo. Me caí de rodillas y solo pensaba en el sol y en el pedrusco gigante que mató a la señorita por mi culpa. Todo el mundo me lo negaba, pero era en definitiva culpa mía… Y maldita sea, yo lo sabía, en lo más profundo de mi ser, que ella no habría muerto si yo no hubiese estado allí. Era tan hiriente como una verdad disfrazada que había intentado guardar en mí todo este tiempo, una espina clavada fuertemente que escocía en el corazón… Vi vagamente a Josh acercarse a mí, pero al recordar cómo me enfadé por lo que me hizo, retrocedió, e indicó que me incorporaran. Parece que estaba para ir a un manicomio, así que fingí serenarme para calmar el ambiente. Josh esta vez sí que se atrevió a hablarme:
-¿Señorita? ¿Le pasa algo?
Cogí mis gafas que se escurrieron y le miré con el ceño fruncido.
-No, tranquilo, no se preocupe por mí, estoy bien-intenté tranquilizarles. Haciendo caso omiso a lo ocurrido, proseguimos nuestro camino hacia el Santo Grial. Entramos en una sala en la que era circular y llena de telarañas, con una manivela gigante de madera en la que se hallaba tallada una escritura en el centro. Cannelle se acercó y leyó en voz alta.
-”Id por donde habéis venido, extranjeros, si no queréis que las criaturas despierten de su sueño os despellejen a tiras”-¿A qué criatura se referirá?-preguntó, pensativa.
-A lo mejor tiene que ver con esa manivela que hay en el centro de la sala-intervino el Sr. Simpson. Yo, que estaba callada, corrí hacia él antes de que la girase, sabía sus intenciones de sobra. Me miró, perplejo. Mis ojos verdes  destellaron una milésima con suficiencia. Elevé mi porte y le expliqué:
-Sr. Simpson, ¿no se da cuenta de que es una sucia trampa? Los que supuestamente habían puesto esto han pensado que nos llamaría la atención y la giraríamos, ¿No cree?
-Es usted una mandona-dijo simplemente. Intenté pararle, pero no me dio tiempo a detenerle. Y ocurrió lo que ocurrió. De las bocas de una especie de tigre y perro de piedra, salieron chorros de agua por doquier. Lancé una mirada de reproche al Sr. Simpson, que se puso nervioso y corrió hacia todos lados.
-¿Qué podemos hacer?-gritó nerviosa Cannelle-yo tengo hijos, los pobres van a dejar de ver a su madre…-sollozó.
-¡Chicos!-interrumpí-Tengo un plan. ¿Veis el agujero en la pared a la izquierda? Podemos subir si pasamos por encima de las cabezas de los leones, pero para eso no nos podemos caer, así que por favor, estad tranquilos, será mejor.
      Todos asintieron rápidamente, les daba igual la salida con tal de salir de allí. Empecé saltando yo con detrás de mí a Cannelle, Josh y el Sr. Simpson. De repente oí un crujido detrás. Me giré lo más rápido que pude, hay que recordar que estábamos sobre cabezas de leones medio derruidas y estrechas. Cannelle casi se cae a no ser porque yo la agarré a tiempo. Cannelle me miró.
-Katherine, estoy en deu…
-Cannelle-le interrumpí-de nada, pero no hay tiempo para charlar.
-Perdona, ha sido un lapsus. Vamos rápido.
Por fin nos metimos en el agujero y corrimos; el agua nos estaba alcanzando. Gateé y me encontré con una bifurcación. Nerviosa, pensé. Los otros, al verme pararme, me miraron, perplejos.
-Este camino se bifurca, tendremos que ir en grupos-suspiré.
-¿Y...qué pasará si...el camino que coge un grupo...es el incorrecto…?-preguntó el Sr. Simpson.
Suspiré largamente. Hice un esfuerzo soberano para pronunciar las palabras que salieron a borbotones de mis labios:
-Que sea lo que Dios quiera.
-Que así sea-dijo Josh con expresión raramente indescifrable. Iré con la señorita Lightwood, y vosotros dos juntos, ¿entendido?
-S...si…-tartamudeó Cannelle.
      Y así los dos  grupos emprendimos nuestro camino, por separado, sin la reconfortante certeza de saber quién se iba a quedar en tierra. En cuanto a Josh y a mí, llegamos por fin a una portezuela roída de madera que hacía bajar a otra sala que estaba totalmente recubierta de oro. . Enfrente de nosotros se hallaba, ni más ni menos, el Santo Grial. Maravillado, Josh me miró unos segundos que yo correspondí con una sonrisa de oreja y corrió hacia la joya que estaba enfrente de él.
Pero ocurrió una cosa que no me esperaba para nada. Pisó una baldosa que era como una especie de trampa, que le elevó atado a una cuerda por un sistema de poleas hacia una zona  en la otra punta de la sala, bajo una piedra que fácilmente pesaría quinientos kilos, y que se hallaba inexplicablemente atada a una cuerda que no tenía pinta de resistir mucho. En la otra punta apareció otro pedrusco sobre el Santo Grial. Y apareció un resorte que accionó un letrero justamente delante de mí. “Ya que has llegado hasta aquí, ¿Qué prefieres, la vida de tu amigo, o la riqueza suprema? No te lo pienses  mucho, tienes un minuto exacto” 

miércoles, 8 de enero de 2014

El Santo Grial II

    Me desperté al día siguiente con la frente sudorosa. Miré el reloj de péndulo del salón y vi que tenía tiempo de sobra: eran las ocho y diez. Sin prisa ninguna, fui hacia la palangana enfrente de mi cama, me aseé, y  me despojé de mi camisón para ponerme un vestido rosa abrigado.
Cogí mi equipaje y fui en carruaje hacia la estación de Waterloo. Busqué con la mirada al Sr. Maxwell, pero me topé con Cannelle, que iba ataviada con un gran abrigo de piel. Se dirigió hacia mí.
-Hola, Katherine, la estaba esperando.
-Eres muy amable, muchas gracias-me hice la interesante hasta que busqué al señor Maxwell. Frustrada, le pregunté a Cannelle.
-¿Dónde está el Sr. Maxwell? Se supone que iba a estar aquí ahora mismo.
-Ha cogido un resfriado bastante fuerte, no ha podido venir.
-Vaya, qué pena, espero que esté bien…
      Estuvimos  charlando animadamente hasta que salió el tren con dirección a Gales. El viaje fue largo y lleno de muchas paradas.  Por fin el tren se frenó. Fui hacia la zona indicada y encontré a todos los compañeros. Un hombre de pelo castaño  y ojos claros se dirigió hacia mí y me besó la mano educadamente.
-Buenos días, Katherine, soy el arqueólogo que organiza la expedición. Me llamo Joshua Clampton, pero por favor, llámeme Josh.
-Encantada. Esta es mi secretaria Cannelle Deville-me dirigí hacia ella. Se saludaron con una sonrisa.
Josh me indicó el lugar donde me alojaba en el hotel. Estuve sacando mi equipaje hasta el  anochecer. La noche trajo consigo buenos y plácidos sueños para mi cabeza.
       Todos estos días fueron muy confusos para mí, porque nadie se dignó a dirigirme una sola palabra, a excepción de la parlanchina Cannelle y de Josh. Después de tres días, por fin fuimos de expedición a la cueva de Pontnewydd, donde sólo se habían encontrado simples cadáveres de prehistóricos. Josh hizo un breve discurso antes de empezar:
-Señoras y señores, les he convocado aquí porque en esa cueva está nuestra gloria. En esa cueva está nuestro honor, ¡mi honor y vuestro honor! ¡No lo desaprovechéis! ¡No perdamos esta batalla, y si llegamos a perderla, hermanos, les prometo que irán de cabeza al infierno! ¡¿Quién está conmigo?!-gritó, enérgico. Los arqueólogos presentes estallaron en chillidos de ánimo. Cuando cesaron los vítores, Josh nos dividió en varios grupos o secciones. A mí me tocó la parte norte. Una chica rubia que presidía mi  grupo, dijo con desdén:
-Vaya, menudo asco, yo pensaba que esto iba a estar al menos más limpio, me parece mentira que nosotros descendiésemos de esos asquerosos cavernícolas.
Por su actitud, supe que era la  Srta. Bayliss.
-Mirad por allí, puede que haya alguna pista que nos lleve hasta ese cachivache.
Inspeccioné una zona un tanto curiosa. Se trataba de un sol rodeado por círculos concéntricos. La Srta. Bayliss me apartó, pero mi hombro empujó el botón del sol. Nuestro equipo se vio sometido a un peligro inminente por mi culpa.
      Era una piedra gigante que rodaba por el pasillo angosto en el que trabajábamos. El pedrusco giraba raudo e implacable hacia nosotros, que corrimos lo más veloz que pudimos. La Srta. Bayliss se paró, exhausta, no podía más. La piedra avanzaba rápida como el rayo hacia nosotros. Corrí hacia ella y la impulsé a duras penas, pero era demasiado tarde.
La piedra la aplastó por completo.
      No pude evitar pararme y ver si estaba bien, pero lo único que vi fue una gran masa dura que me dio en la cabeza. Luego todo se volvió negro. Cuando desperté me hallé dentro de una sala de hospital. Conteniendo la respiración, vi a mi lado el cuerpo dormido de la Srta. Bayliss, y que un cura le estaba bendiciendo rodeado por un séquito de mujeres y hombres (sobre todo hombres) que iban vestidos de negro. Conteniendo la respiración, me levanté. Por allí estaba Cannelle sollozando.
-Cannelle, ¿qué demonios pasa aquí?
-Oh, Katherine-susurró-la Srta. Bayliss… la están bendiciendo.
-Ya, de eso me he dado cuenta, pero ¿por qué hacen eso?
-¡Oh!-exclamó ella-¿todavía no se ha enterado, Katherine?
-Me temo que no.

-Resulta que…-un silencio incómodo surgió entre las dos-la señorita...ha muerto-su voz enmudeció, triste.
      Todo cuanto me rodeó se tornó negro. La chica que aunque fuese un poco insolente, era buena persona, en el fondo más profundo de su corazón, había muerto. Pero eso no era lo peor. Era por mi culpa. Si mi hombro no hubiese accionado ese maldito botón, habría salvado su vida. Le eché una mirada rápida antes de salir de la sala. Cannelle me siguió.
-Cannelle, aparte de esto, ¿hay algo relevante que me haya perdido?.
      Ella hizo una mueca antes de dirigirse hacia mí con expresión taciturna.
-La roca que accionó por accidente ha sido la muerte de la Srta. Bayliss, pero a usted sólo le ha dejado inconsciente dos días, y además, la cueva de Pontnewydd…-su voz se volvió a quebrar-se ha derruido parcialmente. Ayer unos grupos de mantenimiento han ido a intentar reconstruirla de alguna manera, pero no creo que sea de fácil arreglo.
-Vaya por Dios, que faena-me lamenté-esto no creo que pueda empeorar…
-Estoy de acuerdo-afirmó. Sus ojos me miraban con una curiosa mezcla entre comprensión y pesar. Pasamos por los pasillos para irnos al hotel, pero en la entrada estaba Josh charlando con varios individuos.
-Oh, Katherine, ya has despertado de tu sueño perenne-dijo con un poco de sarcasmo disfrazado-Sepa que ha sido muy valiente intentando salvar a la Srta. Bayliss. Déjeme que le diga algo. Di dos pasos.
-Más cerca-exigió-estaba a un metro de longitud de él. Siguió pidiendo que me acercase, hasta que podía oír su respiración, y dos segundos más tarde y antes de que me diese cuenta, se abalanzó sobre mí y me besó, delante de todos, sin ningún recatamiento. Yo le aparté y le propiné un buen manotazo.
-¡¿Usted que se cree, que soy una muñeca de trapo?! ¡Será desfachatado! ¡Váyase de mi vista inmediatamente si no quiere que le vuelva a pegar un manotazo!-le grité, encendida por la ira. Josh se sorprendió por mi reacción, y corrió pasillo abajo. Luego todos los chicos se rieron y me quedé allí, humillada por un hombre que pensaba que iba a ser medianamente listo como para no caer tan bajo… Me fui a mi habitación y me pregunté qué sería de mí después de lo ocurrido en el yacimiento. En fin, lo único que puedo hacer es encerrarme en mi habitación y esperar lo que tenga que esperar…

martes, 7 de enero de 2014

El Santo Grial I

Buenas, gente, voy a subir una historia  que escribí hace como 3 años y lo presenté a un concurso (gané, pero eso no importa, no quiero ir presumiendo por ahí de eso). Es corto, sólo ocupa 8 páginas de Word, pero lo voy a ir subiendo por partes para mantener la intriga xD
Espero que os guste :3 
Ale, ahí va:

La tarde londinense se tornó lluviosa. Desde los cristales de mi despacho veía las gotas de lluvia escurrirse lentamente hasta el marco del gran ventanal que cubre toda la pared. Estoy demasiado aburrida como para seguir el trabajo que me ha encomendado el Sr. Maxwell. En vez de llevarme por todo el mundo a yacimientos, me deja aquí enclaustrada. Con un largo suspiro, agrupé de nuevo los papeles y me puse a redactarlos con mi máquina de escribir. Yo acepté este trabajo para viajar, no para quedarme aquí encerrada. Pero, en fin, qué le vamos a hacer, mejor que no tener trabajo... De repente, unos dedos tamborilearon suavemente la puerta.
-Adelante-indiqué, para dar paso a la persona que se hallaba en el otro lado de la puerta.
Cómo no, era el Sr. Maxwell. Parecía excitado. Haciéndome la interesante, me incliné hacia él.
-¿Desea algo, Sr. Maxwell?
-Buenas tardes, señorita Lightwood. Vengo a plantearle una cuestión que va a ser la revolución del siglo.-Contuve el aliento varios segundos.
-Resulta que hace dos semanas mandé a examinar la zona de Gales a dos compañeros. Bien, señorita, sus dos compañeros, la Srta. Bayliss, y el Sr. Simpson han hallado manuscritos que muestran dónde se halla la copa con la que Jesucristo bendijo el vino en la Última Cena, el Santo Grial, y he pensado que les podría acompañar. ¿Qué me dice?-sonrió.
-Por supuesto que quiero acompañarle, señor-dije sin dudar.
-Oh, señorita, no me malinterprete, yo no estoy para esos trotes.
¿A qué se refiere?-le pregunté para saber hasta donde quería llegar.
-Que me jubilo, señorita-sentenció. Aquello me pilló por sorpresa.
-Pero usted…usted se merece encontrar el Santo Grial mucho más que yo. Yo sólo soy su ayudante-dije.
-Le concedo un ascenso-dijo el Sr. Maxwell con énfasis acompañado de una mezcla de alegría y tristeza en sus ojos-ahora su nueva secretaria será la señorita Cannelle Deville-hizo un gesto que indicaba que Cannelle pasase.
Era una chica más o menos de mi edad, veintidós años, quizá,  con un ligero toque escarlata en sus mejillas. Me recosté sobre el respaldo de la silla y elevé las gafas que se escurrían en mi nariz.
-¿Qué me dice a todo esto, señorita? La Srta. Deville estará a su  servicio las veinticuatro horas.
Azorada por la mirada en espera del Sr. Maxwell, bajé la mirada.
-Todo esto me parece muy bien, Sr. Maxwell-afirmé, después de un incómodo silencio.
-Estupendo-alzó la voz excesivamente-la espero mañana en la estación de trenes de Waterloo.
Por cuarta vez en toda la tarde, sus palabras me sorprendieron.
-¿Ha dicho usted que parto hacia Gales mañana?-dije incrédula.
-Perdone si se lo he dicho con poca antelación, hará como cinco horas que me han avisado.
-No importa, señor Maxwell, hasta mañana-de repente me di cuenta de que Cannelle se hallaba apartada de nuestra conversación. Me acerqué a ella.
-Srta. Deville, siento no haber podido entablar conversación con usted, pero es que todo esto del ascenso, me ha metido inexplicablemente en un pequeño trance, lo siento. Que sepa que es un honor para mi que usted sea mi secretaria- vi que estaba un poco tensa, así que le guiñé un ojo amistosamente para aliviar el ambiente.
-Para mí es mayor el honor, Srta. Lightwood-hizo una reverencia educadamente-Espero servirle de la mayor ayuda posible.
-Oh, no por favor señorita Deville, llámeme Katherine-repliqué avergonzada.
-Mis más sinceras disculpas, Katherine.
-No pasa nada, Cannelle. Le espero a las nueve para coger el tren hacia Gales, ¿Le parece bien?
-Sus deseos son órdenes, Katherine.
       Le dediqué una cálida sonrisa antes de irme pitando; iba justa de tiempo para preparar mi equipaje para el día siguiente. Antes de salir, vi que estaba lloviendo a mares, por lo que decidí coger un carruaje que pasaba por allí. Me metí rápidamente y me sequé lo más deprisa que pude.
-A Park Lane lo más rápido que pueda, por favor-indiqué al cochero que espoleó bruscamente a los caballos. Pasamos frente al imponente Arco de Wellington y sin decir ni gracias, cosa que sonó muy maleducado por mi parte, pagué y salí corriendo. Yo vivía en un piso pequeño situado enfrente del Marble Arch. Cogí mi maleta de viajes y me metí lo indispensable para mañana. No sé bien a qué hora terminé de guardar todo, pero era tardísimo. Exhausta, me dejé caer en mi cama, y sin moverme de posición, cerré los ojos y me dormí.

lunes, 6 de enero de 2014

Páginas viejas

Para muchos un cuaderno es un objeto más, algo tan simple que no merece la pena ni usarlo.
Un cuaderno es mucho más que eso, es una oportunidad de indagar en los recovecos del laberinto de tus pensamientos y conocerte más. Es un amigo mudo que gentilmente cede sus blancas páginas, aparentemente vacías, pero que lentamente se va llenando de todo lo que te atormenta, lo que te inquieta, te produce alegría, pensamientos en general. Vas dejando un trozo de tu alma en él. Es como una parte de ti, una extensión, una zona de recreo de los pensamientos. Página tras página, testimonios de toda una vida. La de aventuras que habrá que pasar para rellenar todas sus infinitas páginas. Es un roble al que aferrarse en los momentos en los que la tormenta arrecia, y en el que sentarse bajo su sombra acogedora cuando sale el sol.
Y finalmente, al terminarlo, sentarse, y abrirlo. Y al pasar las páginas roídas por el tiempo descubrir quién eras, quién eres y quién sabe, quién serás.

Bienvenidos :D

Hola, gente, bienvenidos a Historias vivas 2.0 . La autora (obviamente) soy yo y me llamo Laura :3 (aunque me gusta que me llamen Lau).
 Llevo mucho tiempo queriendo hacer un blog, y bueno, pues aquí está. Es 2.0 porque anteriormente me creé uno pero no me gustó mucho la idea que intenté dar de mí,  totalmente falsa, así que lo cerré
Y, pues os preguntaréis, ¿Por qué Laura ha creado este blog? Pues bien:
Resulta que adoro escribir. Me encanta. Para mí escribir es una forma de expresarme. Una forma de soltar todos los pensamientos que tengo en mi cabeza y plasmarlos en una hoja/cuaderno/cualquier cosa sobre lo que se pueda escribir cómodamente. Y por lo tanto, tengo muchísimas historias sueltas o que están sin acabar que escribí hace tiempo.
Y he pensado, ¿y por qué no publicarlas en un blog? He pensado que sería buena idea enseñarle al mundo lo que escribo.
Y bien, prometo ser lo más constante que pueda, aunque, por desgracia, existen los horribles exámenes y los deberes, malditos seáis y me impiden escribir y subir las cosas al blog. De todas formas publicaré entradas avisando que estoy muy ocupada y que por lo tanto no puedo escribir.
Bueno, y eso, que espero que os gusten las cosas que voy subiendo :3
PD: Los subo especialmente para que me deis vuestra opinión (siempre que sea constructiva, decidme qué es lo que no os gusta de lo que escribo o algo que consideráis mejorable), así que ¡COMENTAD! Gracias.