Me desperté al día siguiente con la frente
sudorosa. Miré el reloj de péndulo del salón y vi que tenía tiempo de sobra:
eran las ocho y diez. Sin prisa ninguna, fui hacia la palangana enfrente de mi
cama, me aseé, y me despojé de mi
camisón para ponerme un vestido rosa abrigado.
Cogí mi equipaje
y fui en carruaje hacia la estación de Waterloo. Busqué con la mirada al Sr.
Maxwell, pero me topé con Cannelle, que iba ataviada con un gran abrigo de
piel. Se dirigió hacia mí.
-Hola, Katherine,
la estaba esperando.
-Eres muy amable,
muchas gracias-me hice la interesante hasta que busqué al señor Maxwell.
Frustrada, le pregunté a Cannelle.
-¿Dónde está el
Sr. Maxwell? Se supone que iba a estar aquí ahora mismo.
-Ha cogido un
resfriado bastante fuerte, no ha podido venir.
-Vaya, qué pena,
espero que esté bien…
Estuvimos
charlando animadamente hasta que salió el tren con dirección a Gales. El viaje fue largo y lleno de muchas paradas. Por fin el tren se frenó. Fui hacia la zona indicada y encontré a todos los
compañeros. Un hombre de pelo castaño y ojos
claros se dirigió hacia mí y me besó la mano educadamente.
-Buenos días,
Katherine, soy el arqueólogo que organiza la expedición. Me llamo Joshua
Clampton, pero por favor, llámeme Josh.
-Encantada. Esta
es mi secretaria Cannelle Deville-me dirigí hacia ella. Se saludaron con una
sonrisa.
Josh me indicó el
lugar donde me alojaba en el hotel. Estuve sacando mi equipaje hasta el anochecer. La noche trajo consigo buenos y
plácidos sueños para mi cabeza.
Todos
estos días fueron muy confusos para mí, porque nadie se dignó a dirigirme una
sola palabra, a excepción de la parlanchina Cannelle y de Josh. Después de tres
días, por fin fuimos de expedición a la cueva de Pontnewydd, donde sólo se
habían encontrado simples cadáveres de prehistóricos. Josh hizo un breve
discurso antes de empezar:
-Señoras y
señores, les he convocado aquí porque en esa cueva está nuestra gloria. En esa
cueva está nuestro honor, ¡mi honor y vuestro honor! ¡No lo desaprovechéis! ¡No
perdamos esta batalla, y si llegamos a perderla, hermanos, les prometo que irán
de cabeza al infierno! ¡¿Quién está conmigo?!-gritó, enérgico. Los arqueólogos
presentes estallaron en chillidos de ánimo. Cuando cesaron los vítores, Josh
nos dividió en varios grupos o secciones. A mí me tocó la parte norte. Una
chica rubia que presidía mi grupo, dijo
con desdén:
-Vaya, menudo
asco, yo pensaba que esto iba a estar al menos más limpio, me parece mentira
que nosotros descendiésemos de esos asquerosos cavernícolas.
Por su actitud,
supe que era la Srta. Bayliss.
-Mirad por allí,
puede que haya alguna pista que nos lleve hasta ese cachivache.
Inspeccioné una
zona un tanto curiosa. Se trataba de un sol rodeado por círculos concéntricos.
La Srta. Bayliss me apartó, pero mi hombro empujó el botón del sol. Nuestro
equipo se vio sometido a un peligro inminente por mi culpa.
Era una piedra gigante que rodaba por el
pasillo angosto en el que trabajábamos. El pedrusco giraba raudo e implacable
hacia nosotros, que corrimos lo más veloz que pudimos. La Srta. Bayliss se
paró, exhausta, no podía más. La piedra avanzaba rápida como el rayo hacia
nosotros. Corrí hacia ella y la impulsé a duras penas, pero era demasiado
tarde.
La piedra la
aplastó por completo.
No pude evitar pararme y ver si estaba
bien, pero lo único que vi fue una gran masa dura que me dio en la cabeza.
Luego todo se volvió negro. Cuando desperté me hallé dentro de una sala de
hospital. Conteniendo la respiración, vi a mi lado el cuerpo dormido de la
Srta. Bayliss, y que un cura le estaba bendiciendo rodeado por un séquito de
mujeres y hombres (sobre todo hombres) que iban vestidos de negro. Conteniendo
la respiración, me levanté. Por allí estaba Cannelle sollozando.
-Cannelle, ¿qué
demonios pasa aquí?
-Oh,
Katherine-susurró-la Srta. Bayliss… la están bendiciendo.
-Ya, de eso me he
dado cuenta, pero ¿por qué hacen eso?
-¡Oh!-exclamó
ella-¿todavía no se ha enterado, Katherine?
-Me temo que no.
-Resulta que…-un
silencio incómodo surgió entre las dos-la señorita...ha muerto-su voz
enmudeció, triste.
Todo cuanto me rodeó se tornó negro. La
chica que aunque fuese un poco insolente, era buena persona, en el fondo más
profundo de su corazón, había muerto. Pero eso no era lo peor. Era por mi
culpa. Si mi hombro no hubiese accionado ese maldito botón, habría salvado su
vida. Le eché una mirada rápida antes de salir de la sala. Cannelle me siguió.
-Cannelle, aparte
de esto, ¿hay algo relevante que me haya perdido?.
Ella hizo una mueca antes de dirigirse
hacia mí con expresión taciturna.
-La roca que
accionó por accidente ha sido la muerte de la Srta. Bayliss, pero a usted sólo
le ha dejado inconsciente dos días, y además, la cueva de Pontnewydd…-su voz se
volvió a quebrar-se ha derruido parcialmente. Ayer unos grupos de mantenimiento
han ido a intentar reconstruirla de alguna manera, pero no creo que sea de
fácil arreglo.
-Vaya por Dios,
que faena-me lamenté-esto no creo que pueda empeorar…
-Estoy de acuerdo-afirmó.
Sus ojos me miraban con una curiosa mezcla entre comprensión y pesar. Pasamos
por los pasillos para irnos al hotel, pero en la entrada estaba Josh charlando
con varios individuos.
-Oh, Katherine,
ya has despertado de tu sueño perenne-dijo con un poco de sarcasmo disfrazado-Sepa
que ha sido muy valiente intentando salvar a la Srta. Bayliss. Déjeme que le
diga algo. Di dos pasos.
-Más
cerca-exigió-estaba a un metro de longitud de él. Siguió pidiendo que me
acercase, hasta que podía oír su respiración, y dos segundos más tarde y antes
de que me diese cuenta, se abalanzó sobre mí y me besó, delante de todos, sin ningún
recatamiento. Yo le aparté y le propiné un buen manotazo.
-¡¿Usted que se
cree, que soy una muñeca de trapo?! ¡Será desfachatado! ¡Váyase de mi vista
inmediatamente si no quiere que le vuelva a pegar un manotazo!-le grité, encendida
por la ira. Josh se sorprendió por mi reacción, y corrió pasillo abajo. Luego
todos los chicos se rieron y me quedé allí, humillada por un hombre que pensaba
que iba a ser medianamente listo como para no caer tan bajo… Me fui a mi
habitación y me pregunté qué sería de mí después de lo ocurrido en el
yacimiento. En fin, lo único que puedo hacer es encerrarme en mi habitación y
esperar lo que tenga que esperar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario