Espero que os guste :3
Ale, ahí va:
La tarde londinense se tornó lluviosa. Desde los
cristales de mi despacho veía las gotas de lluvia escurrirse lentamente hasta
el marco del gran ventanal que cubre toda la pared. Estoy demasiado aburrida
como para seguir el trabajo que me ha encomendado el Sr. Maxwell. En vez de
llevarme por todo el mundo a yacimientos, me deja aquí enclaustrada. Con un
largo suspiro, agrupé de nuevo los papeles y me puse a redactarlos con mi
máquina de escribir. Yo acepté este trabajo para viajar, no para quedarme aquí encerrada.
Pero, en fin, qué le vamos a hacer, mejor que no tener trabajo... De repente,
unos dedos tamborilearon suavemente la puerta.
-Adelante-indiqué,
para dar paso a la persona que se hallaba en el otro lado de la puerta.
Cómo no, era el
Sr. Maxwell. Parecía excitado. Haciéndome la interesante, me incliné hacia él.
-¿Desea algo, Sr.
Maxwell?
-Buenas tardes,
señorita Lightwood. Vengo a plantearle una cuestión que va a ser la revolución
del siglo.-Contuve el aliento varios segundos.
-Resulta que hace
dos semanas mandé a examinar la zona de Gales a dos compañeros. Bien, señorita,
sus dos compañeros, la Srta. Bayliss, y el Sr. Simpson han hallado manuscritos
que muestran dónde se halla la copa con la que Jesucristo bendijo el vino en la
Última Cena, el Santo Grial, y he pensado que les podría acompañar. ¿Qué me
dice?-sonrió.
-Por supuesto que
quiero acompañarle, señor-dije sin dudar.
-Oh, señorita, no
me malinterprete, yo no estoy para esos trotes.
¿A qué se
refiere?-le pregunté para saber hasta donde quería llegar.
-Que me jubilo,
señorita-sentenció. Aquello me pilló por sorpresa.
-Pero usted…usted
se merece encontrar el Santo Grial mucho más que yo. Yo sólo soy su
ayudante-dije.
-Le concedo un
ascenso-dijo el Sr. Maxwell con énfasis acompañado de una mezcla de alegría y
tristeza en sus ojos-ahora su nueva secretaria será la señorita Cannelle
Deville-hizo un gesto que indicaba que Cannelle pasase.
Era una chica más o menos de mi edad, veintidós años,
quizá, con un ligero toque escarlata en
sus mejillas. Me recosté sobre el respaldo de la silla y elevé las gafas que se
escurrían en mi nariz.
-¿Qué me dice a
todo esto, señorita? La Srta. Deville estará a su servicio las veinticuatro horas.
Azorada por la
mirada en espera del Sr. Maxwell, bajé la mirada.
-Todo esto me
parece muy bien, Sr. Maxwell-afirmé, después de un incómodo silencio.
-Estupendo-alzó
la voz excesivamente-la espero mañana en la estación de trenes de Waterloo.
Por cuarta vez en
toda la tarde, sus palabras me sorprendieron.
-¿Ha dicho usted
que parto hacia Gales mañana?-dije incrédula.
-Perdone si se lo
he dicho con poca antelación, hará como cinco horas que me han avisado.
-No importa,
señor Maxwell, hasta mañana-de repente me di cuenta de que Cannelle se hallaba
apartada de nuestra conversación. Me acerqué a ella.
-Srta. Deville,
siento no haber podido entablar conversación con usted, pero es que todo esto
del ascenso, me ha metido inexplicablemente en un pequeño trance, lo siento.
Que sepa que es un honor para mi que usted sea mi secretaria- vi que estaba un
poco tensa, así que le guiñé un ojo amistosamente para aliviar el ambiente.
-Para mí es mayor
el honor, Srta. Lightwood-hizo una reverencia educadamente-Espero servirle de
la mayor ayuda posible.
-Oh, no por favor
señorita Deville, llámeme Katherine-repliqué avergonzada.
-Mis más sinceras
disculpas, Katherine.
-No pasa nada,
Cannelle. Le espero a las nueve para coger el tren hacia Gales, ¿Le parece
bien?
-Sus deseos son
órdenes, Katherine.
Le dediqué una cálida sonrisa antes de
irme pitando; iba justa de tiempo para preparar mi equipaje para el día
siguiente. Antes de salir, vi que estaba lloviendo a mares, por lo que decidí
coger un carruaje que pasaba por allí. Me metí rápidamente y me sequé lo más deprisa
que pude.
-A Park Lane lo más
rápido que pueda, por favor-indiqué al cochero que espoleó bruscamente a los
caballos. Pasamos frente al imponente Arco de Wellington y sin decir ni
gracias, cosa que sonó muy maleducado por mi parte, pagué y salí corriendo. Yo
vivía en un piso pequeño situado enfrente del Marble Arch. Cogí mi maleta de
viajes y me metí lo indispensable para mañana. No sé bien a qué hora terminé de
guardar todo, pero era tardísimo. Exhausta, me dejé caer en mi cama, y sin
moverme de posición, cerré los ojos y me dormí.
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